Por Domingo
Rodríguez Hilario*
Al igual
que Isaac Newton es el padre fundador de la física clásica y Albert Einstein el
de la física moderna, en las ciencias tanto naturales como del hombre y la
sociedad, siempre se cuenta con algún referente iniciador que abre la
posibilidad a un nuevo campo de investigación y conocimiento. Por ejemplo
tenemos a Carlos Darwin como el padre de la biología y a Sigmun Freud
denominado el padre del psicoanálisis. Carlos Marx por su parte, es el padre fundador del
socialismo clásico o marxismo. A lo largo de la existencia y desarrollo de esta última ciencia (el socialismo) -que
es la indagación más importante para entender el desenvolvimiento social, sus
leyes de desarrollo y contradicciones- siempre se ha decretado su muerte, tanto
en el mundo académico, así como de sus oponentes propagandísticos. Tambien se le
ha adjudicado falta de objetividad (ideología) y en el peor de los caso un estatus
de dogma o doctrina. En realidad una ciencia nunca se está quieta ni su
desarrollo es un proceso acumulativo y lineal de conocimientos (Tomas S. Kuhn), las ciencias avanzan en procesos de reestructuración y muchas veces contra el status quo que
guardan éstas, y casi siempre, a partir de verdaderas revoluciones teóricas, haciendo alusión a un concepto ya bien
conocido de Luis Althuser. En este sentido, la ciencia del socialismo, como
conjunto de conceptos, leyes, teorías y conocimientos sobre un objeto de la
realidad (en este caso la social) no está exenta de las
características constitutivas de toda ciencia.
A inicios
del milenio se comenzó a hablar sobre el socialismo
del siglo XXI, como una apuesta de renovación del socialismo. A partir de
ahí gobiernos de corte popular como Hugo
Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador y con
algunos matices Fidel Castro en Cuba comenzaron a acuñar el novedoso paradigma social.
Sin embargo, cada quien lo entendió a su manera o a como “dios les dio a entender”
a sus ideólogos de cabecera. Para comenzar a conocer el origen de esta
revolución teórica es necesario hacer alusión al padre fundador de esta nueva
concepción científica, va pues un pequeño avance biográfico y un adelanto de su
obra.[1]
Arno Peters
nació en Berlín Alemania el 22 de mayo de 1916 y muere el 2 de diciembre del
2002. Comenzó su carrera como cineasta y estudió técnicas estadounidenses
durante la década de 1930, ayudando a revolucionar la producción de la película
en Alemania de ese entonces. Arno Peters recibió su título de doctor en la
universidad de Berlín, escribiendo su disertación en propaganda política. Este
interés empujo a Peters a estudiar la historia del mundo de sinchronoptic a través del cual realiza
un arduo trabajo en la investigación histórica e historiográfica y logra
presentarnos una historia universal, dándole el peso correspondiente a todas
las civilizaciones del mundo sin menoscabo de alguna. Este proyecto culminó en
la realización del mapa de la proyección de Peters en 1974, que da una
representación tamaño-exacta del mundo, permitiendo que todos los países sean
correctamente representados y sin distorsiones eurocéntricas como el mapa mundial
que hemos utilizado hasta la actualidad y que seguimos utilizando como
referencia, el de Gerhard Kremer (Mercator). También en 1985 publicó una nueva base
teórica para la enseñanza aprendizaje de la música en un texto denominado “La
visualización a medida de la duración del tono como base de una notación en
color octavial-analógica”.
Ta sólo
estas tres hazañas le han dado un lugar en la historia como uno de los
científicos más grandes de nuestra época al lado de Albert Einstein o Sigmund
Freud, por ejemplo. Esto a pesar de ser acallado por todo el sistema de transmisión
del conocimiento y ser un completo desconocido en los ámbitos académicos. Sin
embargo, su intelecto y labor en pos de la ciencia y la humanidad no paró ahí,
y en 1995 apareció su libro “el principio de equivalencia como base de la
economía global”, lo que a criterio de quien esto escribe, es la contribución más
importante de la ciencia económica de nuestro tiempo (con perdón de todos los
premios nobel de economía de las últimas décadas). Por esta razón ya en alguna
parte lo han bautizado como el “abogado de la igualdad”.
Pero ¿de qué
trata dicho principio descubierto por tan importante científico? En síntesis,
¿Cuál es el contenido del principio de equivalencia que descubrió en la ciencia
económica y porque es tan importante para el socialismo futuro (el del siglo
XXI) y por lo tanto para el futuro de la izquierda mundial? No es mi intención
hacer una exposición exhaustiva de su obra. En estas líneas pretendo esbozar a
grandes rasgos este último descubrimiento, haciendo una especie de invitación
para que se lea su texto, que es rico en toda su expresión.
Todas las
ciencias existentes enarbolan ciertos principios fundamentales en el proceso de
su constitución, uno de estos principios es el principio de equivalencia, por
ejemplo: en todas las ramas de la matemática se enuncian principios de
equivalencia, siendo la ecuación la más conocida, esta se compone de dos partes
que no siendo iguales, son equivalentes, ejemplo; a2+b2=c2. Por su parte la
física, la química y la biología están llenos de estos ejemplos; en la política
sería, partiendo del enunciado de Foucault, de que la sociedad está atravesada
por el poder de forma asimétrica, entonces su principio de equivalencia es que
todo aquel poder que no sea utilizado por un sujeto se transfiere a otro(s)
sujeto(s) que lo utiliza en la misma proporción; en la ciencia jurídica vendría
siendo, a todo derecho le corresponde una obligación en la misma proporción; en
psicología, Jung lo enuncia de esta forma: toda energía psíquica que se deja de
utilizar en alguna parte de la estructura del carácter (yo, ello y superyó)
aparece en la misma proporción en otra parte de la misma, y así podemos buscar
muchos ejemplos.
Pues bien,
en la economía Peters no parte de especulaciones –como lo hace la economía
neoclásica, el marginalismo y la teoría del equilibrio general walrashiano– con
supuestos irreales para después demostrarlos gráficamente dentro de su mismo
modelo formal, ni construyendo exquisiteces econométricas (posiblemente por eso
pasa por alto “los grandes debates de nuestro tiempo” entre keynesianos y monetaristas, etc.). Él parte de un hecho simple, enunciado por los
economistas clásicos (Smith, Ricardo y Marx): que el trabajo es la fuente y
medida de todo el valor de cambio en una economía, y en las sociedades clasistas,
llevadas al extremo por el capitalismo, las mercancías no se intercambian por
su valor, por lo que no se da el principio de equivalencia, por el contrario
impera el principio de no equivalencia.[2]
En consecuencia, el planteamiento más importante de la humanidad es el
restablecimiento de este principio; que cada quien tome de la economía el
equivalente de su aportación en tiempo de trabajo y no en función de los precios
del mercado (es decir, de la asignación por parte del poder monopólico), con
ello las revoluciones progresistas tienen su fundamento y justificación más importante,
es la razón de ser o su genoma histórico.
Para restablecer
el principio de equivalencia es necesario que se cumplan dos condicionantes:
uno, el sujeto social histórico que haga de este principio la médula central de
su proyecto histórico y dos; una medida universal, técnica y objetiva que haga
posible la medición de la producción y de los productos en función del tiempo
de trabajo.[3] Sin estas condicionantes, toda pretensión de teoría social que pretenda superar la explotación, el subdesarrollo y la miseria de nuestro tiempo, y que no esté centrada sobre
esta tarea fundamental, tiende a caer en la especulación; así también, los
economistas de izquierda progresista bien intencionados, pero que desconocen
estos postulados, tienden a conclusiones a medias (con elementos de James
Tobin, Keynes, Krugman, Amartia Sen, etc.) o en el peor de los casos plantean regresar a
los estados burocráticos centralistas del pasado o a su antítesis (la
auto-gestión y control de las fabricas
por los obreros en el afán de descentralizar el poder del estado, caso de los trostkistas,
anarquistas, cooperativistas, etc.).
El principio
de equivalencia es demostrable tanto en la apreciación empírica como en la
abstracción teórica y es por decirlo de alguna forma, el resultado de llevar el
método planteado por Marx hasta sus últimas consecuencias; escarbar en la esencia
de las cosas para tener una imagen de lo real que “había estado escondida”. Los
cálculos más avanzados del valor de las mercancías sobre este principio, se están
dando en Alemania, sobre todo en la universidad de Bremen –de donde Peters fue emérito–
y el Instituto de Planeación y Estadística de la República Democrática Alemana
de la cual también formó parte.
Sin duda,
el socialismo futuro (el del siglo XXI) no podrá concebirse sin estas
propuestas renovadoras del planteamiento histórico de la izquierda, en hora
buena para los pueblos del mundo hoy contamos con nuevas propuestas, de las que
el genio de Peters tienen ya su lugar en la historia.
* Economista egresado de la U.M.S.N.H.
Consejero Estatal y fundador del Partido Morena. Activista Social, e-mail: domo2625@hotmail.com Blogger: https://lacuartatransformacion.blogspot.com/
[1] Para
una mayor comprensión de su obra, revisar: Peters, Arno (2000). El fin del capitalismo global, el Nuevo
Proyecto Histórico. Obra interdisciplinaria del autor, con textos de Heinz
Dieterich Stefan, Raimundo Franco, Carstem Stamers, Hugo Semelman y Enrique
Dussel. Editorial de Ciencias Sociales de la Habana Cuba; Dieterich Stefan, Heinz
(2002). El socialismo del siglo XXI y la
democracia participativa. Ediciones de Paradigmas y Utopías del Partido del
Trabajo, México; Díaz Marchant, Carlos (2010). Geografía y desencuentro. Trascendencia e impacto pedagógico del
mapamundi de Arno Peters. Secretaría de Educación Pública (SEP), Secretaria
de Educación en el Estado Michoacán (SEE), Sección XVIII del SNTE, Universidad de
la Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo y Editorial Pelicanus, México.
[2] La
historia de la humanidad, y en especifico de la economía, parte de hace 800,000
años, durante los cuales ha imperado el principio de equivalencia, es decir, lo
que un ser humano aporta en trabajo al conjunto de la economía (tribu, empresa,
nación o economía mundial) es lo mismo que consume en producto, esto era
posible ya que no existía el intercambio de productos y servicios, por lo que
no existía el comercio ni la sociedad dividida en clases; es el periodo
histórico que Marx denomino la comunidad primitiva o el comunismo primitivo.
Por el contrario, la sociedad clasista (dividida en clases sociales) comenzó
hace aproximadamente 5,000 años en las sociedades tributarias, el periodo que
Hegel desde su visión euro-céntrica dividió en las siguientes etapas: edad
antigua, edad media y edad moderna y Marx desde el materialismo histórico
denominó, esclavismo, feudalismo y capitalismo. Entonces el principio de equivalencia
durante estos últimos 5,000 años sufrió una distorsión y lo que impera es la crematística
que ya Aristóteles había caracterizado y que el poeta Goethe menciona haciendo alusión
a una trinitaria (guerra, comercio y piratería).
[3] Marx
al determinar el valor de las mercancías individuales como “tiempo de trabajo
socialmente necesario”, relativizó el valor absoluto de las mercancías y por lo
tanto llega a la conclusión de que éstas sí se intercambian por sus valores
equivalentes (punto medular de ruptura entre Marx y Peters o socialismo clásico y
socialismo de siglo XXI), dicho de otra manera: las mercancías tienen un
precio, el cual siempre gira alrededor de los valores de éstas, es decir,
alrededor del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. Peters siguiendo la línea de investigación
abierta por David Ricardo y los ricardianos de izquierda en su teoría del
valor-trabajo, postula que aunque el valor sólo se crea en el proceso de
producción, la explotación se realiza en el intercambio, así, al obrero no es
verdad que se le retribuya el valor total de su fuerza de trabajo (postulado
central de la economía marxista) y que el capitalista se queda con un plusvalor
creado en el proceso de producción, simplemente cuando el obrero intercambia su
mercancía "fuerza de trabajo” no se le retribuye el equivalente de su aporte a
la economía. Esto que parece lo mismo no lo es tanto, viene a trastocar
conceptos centrales como la plusvalía e inclusive el concepto de clases
sociales. Ya después habrá oportunidad de extendernos en estos temas complejos
de por sí.